El inimitable Serafín


El humor y la iconoclastia se dan cita en Serafín como en ningún otro artista gráfico español de la entretenida centuria que terminó.
Este Quevedo que dibuja en tinta china se ha atrevido a mirar por un agujerito el solar patrio, identificando con sorna los males nacionales, que se diría no han cambiado desde aquella época que se llamó El Siglo de Oro y que rindió textos cimeros de la literatura en nuestra lengua.




Y aquí también con Tip y Coll y Mingote:


Serafín nos devuelve el alma intrínseca de España, disimulada tras los afeites de una modernidad que no ha penetrado más allá de la epidermis, y a la que el dibujante hace morisquetas en esa lucha del ángel con que debe bregar siempre el artista en esta zurrada, zaína y entrañable piel de toro. 



Del cátalogo de la exposición de su obra en la Galería de Arte RAFAEL en febrero-marzo de 2000. Texto de Javier Rey de Sola.

SERAFÍN, ESPAÑA, LAS MARQUESAS Y EL HUMOR COMO CATARSIS







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